Hay días en que el
trabajo es especialmente duro: conflictos que gestionar, falta de colaboración,
tareas urgentes que además son importantes… Finaliza la jornada y la vuelta al
hogar se convierte, simplemente, en la vuelta a casa.
Donde nos gustaría
encontrar calma, relax, comprensión y entusiasmo, descubrimos, de nuevo,
conflictos que gestionar, falta de colaboración, tareas importantes que además
son urgentes…
Hay días en que la
armonía parece que depende exclusivamente de nosotros.
Pues, cuando esto es así, manos a
la obra. Aquí van unas ideas:
- No pienses, rumiando de manera imparable, lo que te gustaría encontrar en casa y no tienes: comprensión, atención, soluciones… céntrate en lo que tienes y disfruta de ello: un baño caliente, un refresco refrescante, un sofá donde dejar caer tu cansado cuerpo…
- No te sientas la persona más incomprendida del mundo porque no te dan lo que necesitas; dedícate a lo que necesitan los que te rodean y pon lo mejor de ti para ellos.
- No hagas nada. Exactamente eso. Relájate.
- Quítate los zapatos y, con los pies libres, siente cómo el día toca a su fin. Agradece haberlo vivido.
- Sorprende a los tuyos con lo que no esperan: una cena especial, un postre rico, un poco de música con ritmo…
- Siente cómo tú éstas por encima de las circunstancias adversas del día que te ha tocado vivir.
“Nadie te hace sufrir, te rompe
el corazón, te daña o te quita la paz. Nadie tiene la capacidad al menos que tú
le permitas, le abras la puerta y le entregues el control de tu vida.”
Viktor Frankl.
Viktor Frankl.
No hay comentarios:
Publicar un comentario