A lo largo de nuestra vida estamos en constante aprendizaje; aprendemos de lo que vemos, de lo que oímos, de lo que hacemos y aprendemos, también, de nuestros propios errores.Equivocarse es humano; pero aprender de la equivocación, del error, y obtener sabiduría de ello eso no es tan frecuente ... ¿por qué si no tropezamos en la misma piedra más de una vez?
El error trae consigo vergüenza, culpa, frustración y miedo.
Si ante el error recibimos - adultos y niños- incomprensión, enfados, reprimendas...la consecuencia puede ser una actitud pasiva, o paralizada, llena de conformismo.
Educar a nuestros niños - y al niño que hay en nosotros- en el aprendizaje desde el error implica:
- Invitar a experimentar, a probar, a descubrir cómo se hacen las cosas, cómo funcionan, cómo son...
- Animar a tomar decisiones, empezando por las más simples: los colores con los que hacer un dibujo, la ropa con que vestirse, la fruta que comer...
- Despertar la mirada crítica - y constructiva- ante las propias actuaciones, identificando lo que es válido y lo que requiere mejorarse.
- No conformarse con la tristeza del error sin descubrir el aprendizaje que éste nos regala.
Todas las personas cometen fallos, aunque sólo las inteligentes aprenden de ellos. Winston Churchill.
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