El Gran Naufragio


Este Post es una colaboración de J.A. GONZÁLEZ.


El pasado viernes, día 13 de Enero, naufragó en la costa italiana el crucero “Costa Concordia”. El relato que del naufragio hacen los sobrevivientes es estremecedor. El capitán y sus oficiales, cuentan, fueron los primeros en abandonar el barco tras comprobar donde los había llevado su incompetencia profesional  y su negligencia personal.

Aquello parecía el hundimiento cinematográfico del “Titanic”, relataban entre sollozos y frío. Nadie ayudaba a nadie – a excepción de los miembros más pobres de la tripulación (pakistaníes, africanos, etc.) que se volcaron en la ayuda a los demás-. Imperaba la ley del más fuerte, “sálvese quien pueda”, y se impedía a niños, ancianos y débiles acceder a los medios de salvamento.

¿Cinematográficamente estremecedor? No, realmente aterrador. Este naufragio es un desastre para las víctimas y una metáfora para todos. Vivimos en una sociedad ingenua y brutal, de una candidez infantil y al mismo tiempo de una perversión inimaginable.

Es necesario pensar, porque el barco de la concordia se hunde y nos queda la brutalidad, la discordia, el egoísmo primario, la violencia.

¿Nos extrañamos de que en una situación límite impere la ley del “sálvese quien pueda” cuando vivimos a diario en la competitividad y en los dictados del “quítate tu para ponerme yo”?

Siempre hay más náufragos que chalecos, más hambrientos que comida, más enfermos que camas de hospital. Algunos dicen que es darwinismo social; sobrevive el más fuerte y el que mejor se adapta, y el que no pueda que se ahogue. Deben ser animaladas de la selección natural, supongo.

¿Nos sorprende que sean los que no pueden perder ya nada más los que sean solidarios y olviden su propio naufragio?

Los pobres, los que nada tienen, ayudando a los pasajeros ricos. Imagino que pasa esto porque los que tenemos cosas que salvar nos aferramos a ellas, sin mirar a nuestro alrededor y sin mirar en nuestro interior, y atados a ellas con ellas nos hundimos.

¿Acaso el capitán del barco y sus oficiales no se han comportado como tantos líderes sociales? Bravo con la mar en calma y cobarde en la adversidad. Líderes aptos para bailes y recepciones, ineptos para su tarea. ¿Es diferente el capitán a tantos banqueros y tantos políticos?

Se me antoja que lo más doloroso y revelador, con tanta desgracia a nuestro alrededor y tanto en que fijarnos para comparar y pensar, es que nuestra mente bobalicona no sea capaz de ver más allá de Hollywood. Parecía la película del “Titanic” y ocurrió en “Viernes 13”. Así nos va.

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