el sonido de la pareja

Este Post es una colaboración de J.A. GONZÁLEZ.

He conseguido convertir el tiempo en el coche en un arte. Ahí encuentro momentos para pensar, para oir música o la radio, para estar conmigo, para aprender. En una entrevista a J.A.Marina, con motivo de la publicación de su libro “Diccionario de los sentimientos” (99), en la que se acabó hablando de las relaciones de pareja y del lenguaje,  atrajo mi atención la siguiente idea: la probabilidad de supervivencia de una pareja es directamente proporcional al vocabulario sentimental, al repertorio de lenguaje emocional, que posean ambos en común.

La vida, la realidad que cada uno vive, es tan compleja o simple como complejo o simple es nuestro lenguaje. La posibilidad de que alguien me comprenda no tiene que ver tanto con haber vivido las mismas experiencias que yo como con poseer un lenguaje común que nos sirva de conexión. Estar en sintonía, en una frecuencia de onda cercana.

Imaginemos un “marciano buenorro” que tiene por vocabulario sentimental el siguiente: triste, alegre, enfadado, aburrido, divertido. Stop, para qué más.

Imaginemos una “neptuniana buenorra” que cuenta con: decaida, deprimida, desganada, alicaida, triste, eufórica, optimista, esperanzada, irritada, enfadada, hastiada, agobiada, sorprendida, decepcionada, añoranza, abandono…. Y así hasta el infinito y más allá.

También hay marcianos con lenguaje más florido y neptunianas parcas de verbo. En todos los planetas cuecen habas.

Imaginemos que el marciano y la neptuniana se ven “buenorros”, la conexión visual se pone en marcha y… comen perdices. Años después de las primeras perdices ambos pueden sentirse defraudados y pensar que el otro ha cambiado, que ya no es como al principio. “No me entiende”, “no consigo comprender qué quiere de mi”, “no hay comunicación entre nosotros”...

Los buenorros fueron las pobres victimas de un trampantojo, de un espejismo, y dieron más importancia a lo que vieron que a lo que oyeron. En base a ello comenzaron a dar por supuesto que podían entenderse, que cuando hablaban de ternura, por ejemplo, hablaban de lo mismo. Años después dejaron de comer perdices.

La comunicación en la pareja necesita de un lenguaje común que sirva de base al crecimiento de ambos, crecimiento individual y de la pareja. Un lenguaje común no es una única voz. El todo es algo más que la suma de las partes y en ese todo las partes deben ser reconocibles, perceptibles en su individualidad.

Para muestra un botón. Escuchad “La vacilona”, es bellísima. Dos voces distintas y reconocibles, dos estilos, dos mundos que tienen un lenguaje común, la música, y brillan juntos sin anularse. Tomatito, guitarrista flamenco, George Benson, guitarrista de jazz. Menuda pareja bien avenida. Disfrutad, marcianos y neptunianas.

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