Prospecto

inteligencia emocional

Soy un tranquilizante.
Funciono en casa,
Soy eficaz en la oficina,
me siento en los exámenes, 

Comparezco ante los tribunales,
pego cuidadosamente las tazas rotas:
sólo tienes que tomarme,
disolverme bajo la lengua,
tragarme,
sólo tienes que beber un poco de agua.


Sé qué hacer con la desgracia,
cómo sobrellevar una mala noticia,
disminuir la injusticia,
iluminar la ausencia de Dios,
escoger un sombrero de luto que quede bien con una cara. 

A qué esperas,
confía en la piedad química.


Eres todavía un hombre (una mujer) joven,
deberías sentar la cabeza de algún modo.
¿Quién ha dicho
que la vida hay que vivirla arriesgadamente?


Entrégame tu abismo,
lo cubriré de sueño,
me estarás agradecido (agradecida)
por haber caído de pies.


Véndeme tu alma.
No habrá más comprador.


Ya no hay otro demonio.


Wislawa Szymborska, Prospecto, en Fin y principio.
Premio Nobel de Literatura 1996

Regalo de emoción

inteligencia emocional

Una niña en África, le dio a su maestra un regalo de cumpleaños. Era un hermoso caracol.

- ¿Dónde lo encontraste? - preguntó la maestra.

La niña le dijo que esos caracoles se hallan solamente en cierta playa lejana. La maestra se conmovió profundamente porque sabía que la niña había caminado muchos kilómetros para buscar el caracol.

- No debiste haber ido tan lejos sólo para buscarme un regalo - comentó.

La niña sonrió y contestó:

Dueño de mis emociones


“Hoy, seré dueño de mis emociones.
Si me siento deprimido, cantaré.
Si me siento triste, reiré.
Si me siento enfermo, redoblaré mi trabajo.
Si siento miedo, me lanzaré adelante.
Si me siento inferior, vestiré ropas nuevas.
Si me siento inseguro, levantaré mi voz.
Si siento pobreza, pensaré en la riqueza futura.
Si me siento incompetente, recordaré éxitos del pasado.
Si me siento insignificante, recordaré mis metas.

Hoy, seré dueño de mis emociones.
Si se apodera de mí la confianza excesiva, recordaré mis fracasos.
Si me siento inclinado a entregarme con exceso a la buena vida,
recordaré hambres pasadas.
Si siento complacencia, recordaré a mis competidores.

Si disfruto de momentos de grandeza, recordaré momentos de vergüenza.
Si me siento todopoderoso, procuraré detener el viento.
Si alcanzo grandes riquezas, recordaré una boca hambrienta.
Si me siento orgulloso en exceso, recordaré un momento de debilidad.
Si pienso que mi habilidad no tiene igual, contemplaré las estrellas.
En definitiva, hoy seré dueño de mis emociones”.
Og Mandino
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